Creo que ese fue el momento en el que Li-Ming empezó a comprender el peligro de sus acciones y lo que podría significar su fracaso. No volvimos a hablar sobre la muerte de Isendra hasta la última vez que la vi. ¿Sabría ella por qué había muerto Isendra? ¿Sabría cómo había muerto?
Los sucesos de Lut Bahadur no atenuaron lo más mínimo la sed de conocimiento de Li-Ming. Estaba obsesionada con aprender más para poder tener éxito en la empresa en la que Isendra había fracasado. Pasaba la mayor parte de su tiempo en la biblioteca, y siempre encontraba el modo de ir a los sitos a los que tenía prohibida la entrada; a pesar de mis esfuerzos, era imposible mantenerla al margen. Aprendió la magia del tiempo a través de los escritos de los magos que habían extendido su vida mucho más allá de la del común de los mortales, y leyó sobre otros que habían acrecentado tanto su poder que la mirada de la muerte pasaba de largo; magos como el demente de Zoltun Kulle, que cambió su sangre por las arenas del tiempo y no se le podía matar, tan solo encerrar. Con su comprensión de la invisible red de poder arcano, se instruyó a sí misma en la habilidad de proyectarse de un lugar a otro con la magia de teletransporte. Dominó el truco de dar forma a ilusiones vivientes, y fue capaz de crear dos imágenes perfectas de sí misma que imitaban sus acciones. Había pergaminos y diagramas que mostraban cómo desafiar y forzar las energías invisibles del universo. Su poder aumentó de manera exponencial, al igual que mis preocupaciones.
La primera vez que nos encontramos solo te pedí que vigilases a Isendra por miedo a la locura que podría estar pensando en realizar. No cuestiono la decisión que tomaste.
Poco después, Li-Ming eligió su propio camino.