En el hostil mundo de Santuario, la labor de forjar armas y armaduras está asociada con la pérdida. Las creaciones del herrero tienen diversos propósitos; herramientas usadas para matar, proteger y que por lo general terminan enterradas junto con los cadáveres que las blandieron en batalla.
Se dice que sólo aquellos que han mirado a la muerte a los ojos pueden crear armas de guerra. Si esto es cierto, el adusto Edrig Eamon nació para golpear un yunque. La muerte domina su pasado y presente, siguiéndole desde su trágica juventud en Caldeum hasta su hogar en la maldita Nueva Tristram.
Los horrores que envuelven al pueblo de Edrig le han hecho poner manos a la obra. Pese a que la forja nunca ha sido su pasión verdadera, los poderes que amenazan con consumir a Santuario le han impulsado a crear más que simples herraduras. Te ayudará en tus viajes del único modo en que es capaz, concentrándose en su oficio y creando un arsenal para luchar contra la maldad de los Infiernos Ardientes.